La procesión partió desde la Iglesia San Francisco, por calle Estado hasta la Catedral, para ingresar por la puerta Santa.
Un signo para la ciudad. Las consagradas y los consagrados con sus velas encendidas hicieron el camino cantando y orando por nuestra patria, por su indiferencia, por sus dolores y sus esperanzas.
En la puerta Monseñor Jorge, oró: “Santa ciudad de Dios, Templo Santo, casa de la gloria eterna de Dios, abre tus puertas para que entren los que buscan misericordia”.